En una colonia marginada
Llegamos a la comunidad en el momento en que un viento levanta una densa polvareda que impide ver más allá de la nariz, un «terrenazo» como le llaman por acá. Belén, animosa, nos conduce al garaje que sirve de escenario a las sesiones del CHIMALLI. Cuando llegamos, todos los concurrentes se dirigen a ella con alegría; empieza a recapitular lo visto en la sesión previa y avanza sin tropiezos hasta el final de la concientización. Entonces sucede algo dramático: un señor con síntomas no muy claros de embriaguez llega a la puerta y grita a su esposa, que es una de las asistentes, un cúmulo de improperios que nos deja atónitos, desde «vieja no-se-qué hasta vete pa’ la casa, en vez de andar aquí de chimiscolera», La señora reaccionó diciéndole que se fuera para su casa y allá la esperara, y su esposo gritoneando peladeces, se fue. El instante de enorme tensión fue absorbido y comentado el asunto como una parte de lo que ocurre con los enfermos de alcoholismo y, como era el tema que se trataba en las sesiones, el resto de la conversación giró sobre la enfermedad del alcoholismo o sobre las decisiones de la familia para atender a sus enfermos. La sesión avanzó y, a punto de terminar, reapareció aquel alcohólico para repetir su «numerito», La respuesta fue semejante y se retiró eructando groserías, pero la presión del momento hizo que la esposa rompiera en llanto. Las compañeras de grupo, solidariamente, la acompañaron y le hicieron ver que aquél era un enfermo y que ella debía decidir seriamente cómo marcarle el alto y no verse afectada. La anécdota tiene su complementariedad en la última de las sesiones a la que se presenta, después de varias ausencias. Trinidad, que tal es el nombre de la aludida, asiste para agradecer el respaldo del grupo que para ella ha sido como una red de apoyo, e informa que ya trabaja (de hecho ha pedido permiso para estar presente en la sesión) y cómo han hecho para salir adelante con el apoyo de las demás y gracias a las orientaciones de Belén en estas sesiones con el chimalli, que se complementan con el trabajo con los hijos. Comunidad San José, Mexicali.