A la sombra de un ficus
Un ficus a cuya sombra el sol mengua su inclemencia. Llegamos tardoncitos pero seguros y la tertulia se acomoda de inmediato, escuchándose las referencias a la sesión anterior por parte de Daría y las respuestas de algunas de las señoras: «ya algo expresamos los afectos, nuestros hijos lo aprecian; a mí el muy grandulón se me hizo como chiquito otra vez cuando lo cogí en mis brazos … » ; y, al escuchar a esta última, algunas lágrimas se derramaron en los ojos de algunos de nosotros. Inicia el tema y se escucha el rumor de un blablablá sobre la cocaína, los efectos en los hijos, cómo les afecta, cómo les quita «su economía», las quejas sobre los que la venden en la escuela y por donde trabajan, que se requiere un medio sano, se oyen los dichos sobre el lugar que nos tocó vivir … y se hace conclusión la voz de que podemos protegemos: «no los echemos a la calle, ellos son lo más importante», exclaman algunos padres. Cuando se hace un ejercicio de relajación e imágenes, todos participamos. Un ventarrón llega a refrescamos. Un niño-adolescente, con evidente retraso mental, entra y sale de la casa, grita algo que al principio no se entiende y después comprendemos que pide las hojas de autoayuda para repartirlas. No sabe bien, pero algo intuye sobre que debido a esas hojas llega más gente a las reuniones. Él también quiere participar y lo exige; se le permite y ayuda a la animación comunitaria. El ambiente cambia al decir cada participante su imagen: el pensil, el mar, el campo, ir en paz, la quietud, las palmeras, el agila … y las almas se van embarazando con la magia de sus palabras y el ensueño. Mi compañera y yo compartimos el recuerdo del abuelo de los ojos dulces sentado en su mecedora en el portal de la casa, con la hondura de sus tristezas dejando pasar el tiempo, recorriendo en calma su camino hacia la muerte, diciendo al otorgar sus favores, sus consejos: «así es la vida, yo hago por ti y tú por mí harás». La voz del promotor concluye: «sólo son cinco minutos para calmarnos y crear un ambiente de armonía», Invita a hacer y a invitar hacer a otros. El niño-adolescente reparte las hojas. El follaje del ficus dispara al colibrí hacia el cielo; un inmenso, intenso azul, silencia los suspiros. Comunidad Mártires de Cuilapa, Acapulco, Guerrero.