Del Chimalli y la soya
Miguel y Eli nos reciben y acomodan junto a los demás, alrededor del patio, sombreado apenas por un árbol en una casa que literalmente está en la punta del cerro. Uno a uno vamos presentándonos y se nos ha pedido decir qué fruta nos gusta. Las timideces se vencen con la risa producida por el ingenio que se asocia y expresa de forma anónima por los gustos expresados por cada cual. No hay ya formalidad ni frialdad. Estamos en terreno abonado por una pastoral de la iglesia que dirige una monja, quien en su plática nos hace saber a la concurrencia por qué buscó el apoyo del DIF e introduce a la reunión, Miguel hizo un acróstico (práctica) para la hoja de autoayuda que, reproducido en una cartulina, sirve a los Promotores Comunitarios (PC) para guiar la sesión; ésta, siguiendo paso a paso la secuencia de los lineamientos de conducción de las sesiones, corre sobre rieles. Después hay un vínculo con el «programa de soya» que hoy termina un curso y se reparten cebiche y tamales de barbacoa, ambos de soya, acompañados con agua de Jamaica. ¡Mañana redonda! Podríamos estar aquí todo el día; parece fiesta -comentamos- y Miguel nos dice: «fue fiesta también, por el cumpleaños de María, la dueña de la casa». Todos estamos contentos y oímos a Paco dirigirse a Luisa, entre coordinadores, a quien le dice: «ahí la llevamos». Comunidad Cacos, Acapulco, Guerrero.